Homeschooling, escuelas Montessori, madres de día, escuelas libres o democráticas, escuelas bosque, grupos de crianza… Cuando unos padres comienzan a cuestionarse el modelo tradicional de educación y a buscar otros modos de acompañar que respeten más los ritmos e intereses de los niños, estas son algunas de las metodologías que empiezan a resonar en ellos. Cuando sienten que el paradigma tradicional de la educación, con sus libros de texto, exámenes y deberes, está agotado, encuentran en las pedagogías alternativas planteamientos que se acercan más a sus intereses como padres. Muchas veces pensado en cuáles fueron sus necesidades no cubiertas como niños. Y es que la educación en los primeros años de vida, ya sabemos, por el tiempo que nos ocupa y la intensidad de las experiencias de aprendizaje, es algo que recordaremos siempre y que, de alguna manera, marca nuestro desarrollo cognitivo, motor, emocional y social.
Y aquí comienzan de nuevo las dudas. “No quiero que mi hijo se eduque en una burbuja que nada tiene que ver con la realidad”, “Los niños necesitan socializar con otros niños”, “Cuando sean adultos convivirán con los que fueron niños educados en colegios convencionales y no sabrán relacionarse”, “El mundo es un lugar hostil y competitivo y es mejor que aprendan a vivir en él desde pequeños, o si no cuando se enfrenten a la vida real no sabrán desenvolverse”… Muchas veces, aunque estemos convencidos de las virtudes de un método educativo que fomenta la pro-actividad del niño, su autonomía, su papel protagonista en la toma de decisiones… nos parece demasiado bueno. Pensamos que, en comparación con el mundo en el que nosotros vivimos, ese ambiente de respeto, libertad y desarrollo es irreal. Y nos asaltan las dudas sobre su conveniencia. Surgen este tipo de comentarios, o incluso otros del tipo “Pues nosotros nos educamos en un colegio normal y no estamos tan mal”. Otra vez conectamos con el niño que fuimos, y ademas de a nuestros hijos, también a él queremos defenderle. Porque al fin y al cabo queremos hijos normales, como nosotros, que se adapten e integren en la sociedad. Y parece que las pedagogías no-convencionales cargan con el estigma de la no-socialización.
Para mi la respuesta es clara: lo que necesita un niño, lejos de acostumbrarse o adaptarse a la violencia, competitividad y hostilidad de la sociedad en la que vive (someterse), son herramientas que le permitan comprenderla y expresarse y desarrollarse en libertad desde sus propios intereses. La seguridad de jugar y crecer en calma. Necesita aprender y experimentar, no acostumbrase. Necesita formarse una imagen positiva de sí mismo y de su entorno. Necesita sentir que tiene su espacio, que se le respeta, crecer con la seguridad de que va a ser respetado. Y así aprenderá también el respeto al otro. Necesita el modelo del adulto para la socialización entendida como aprendizaje de valores culturales, la cooperación y la convivencia desde el respeto, y el juego con otros niños para estimular su creatividad y poder experimentar el modelo de socialización que observa. Necesita todo esto para ser un adulto libre, capaz de interactuar con otros adultos expresando sus actitudes, deseos, opiniones y derechos y resolviendo de la mejor manera posible los conflictos que puedan surgir en esa interacción. En definitiva necesita crecer sano en habilidades sociales que le permitan relacionarse bien con los demás, consigo mismo y ser agente del cambio si el entorno le es hostil.
El debate sobre la socialización en la educación no-convencional está abierto. Por este motivo he querido escribir una serie de posts sobre habilidades sociales en educación que inicio con mis cinco razones para acabar con el estigma de la no-socialización en las pedagogías no-convecionales. Si pincháis en los enlaces podréis ampliar información sobre cada una de ellas.
- Asertividad. Tener una conducta asertiva facilita la integración en el grupo y asegura el respeto de nuestros propios intereses y el de los otros. Para aprenderla necesitamos un ambiente en el que nos sintamos con verdadera libertad para equivocarnos y aprender del error, expresarnos sinceramente sin represalias, y conectar con nosotros mismos para escoger en cada momento en qué queremos ocupar nuestro interés.
- Autonomía. En los modelos educativos basados en la autonomía el papel del profesor pierde protagonismo frente al del niño y es el propio ambiente el que facilita el aprendizaje. Para aprender a decidir necesitamos vivenciar la toma de decisiones, y esto es clave para desenvolvernos en un contexto interpersonal con éxito.
- Empatía. Una educación que da espacio al aprendizaje emocional, que pone nombre a lo que el niño siente y le permite experimentar qué es y cómo se gestiona, también le capacita para la empatía. Y sin una gran capacidad empática las relaciones sociales se dificultan.
- Resolución de conflictos. En una educación en la que el adulto no interviene más que como acompañante o guía que asegura su bienestar pero permitiendo que el niño busque sus propias maneras de abordar retos, el niño adquiere habilidades para la resolución de conflictos. Estas habilidades le van a permitir negociar y superar situaciones sociales conflictivas sin tener que sucumbir a los intereses del otro.
- Autoestima. Una autoestima fuerte y sana indica que el niño ha aprendido a relacionarse consigo mismo de manera equilibrada, y está preparado para afrontar con el mismo equilibrio las relaciones sociales.
Vivir con los demás es un arte que puede aprenderse. La integración social es un factor clave en el bienestar emocional, y no depende tanto de crecer en un ambiente más o menos convencional como de adquirir las herramientas que te van a permitir desenvolverte en un contexto interpersonal sin miedos ni bloqueos, expresar de manera adecuada tu mundo interior, y resolver o minimizar los problemas. Los niños educados respetuosamente son más sociables: saben disfrutar de las relaciones, encuentran placer en conocer gente, y además no tienen miedo de expresar sus sentimientos, emociones, deseos y opiniones para ser escuchados. La confianza, honestidad y respeto con que se acercan al otro hace que sean aceptados y puedan construir relaciones satisfactorias con su entorno social. Por eso os invito a cambiar la pregunta de “¿Tendrá mi hijo problemas de integración social por elegir una escuela no-convencional?” por otra muy distinta: ¿Qué posición guarda esta pedagogía (escuela, madre de día, proyecto de centro…) en relación a la asertividad, autonomía, empatía, resolución de conflictos y autonomía del niño? La respuesta que obtengáis puede ser una mejor guía a la hora de orientarse si estamos interesados en escoger una buena opción para que nuestros hijos desarrollen plenamente sus habilidades sociales.
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